A pesar de la directa invocación que hacían las jóvenes estudiantes, los choferes continuaron haciendo uso indiscriminado de las bocinas y claxon de sus vehículos. Los conductores insisten con la ruidosa bocina tratando de convencer al semáforo para que cambie de rojo a verde lo antes posible, esfuerzo irracional. Apenas ocurre el cambio de color arrecia el estruendo para hacer que el que encabeza la fila inicie la marcha. Vano esfuerzo, que solamente trae dolores de cabeza, sordera y el temible "stress" que destroza los nervios de los pobres transeúntes que a esa hora tratan de cruzar la calle.
¿Algún día nos veremos libres de esta ruidosa lacra?
El cambio para mejorar nuestro habitat empieza por el cambio en cada uno de nosotros, con las buenas costumbres que podemos aprender de nuestros padres, o enseñar a nuestros hijos y cuando verdaderamente respetemos el derecho a la tranquilidad de nuestro prójimo.
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